Tatuada en ti by Lena Valenti

Tatuada en ti by Lena Valenti

autor:Lena Valenti [Valenti, Lena]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Erótico, Fantástico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-05-28T00:00:00+00:00


* * *

Una hora y media después

* * *

Abel no había esperado que un tío de 150 quilos barba blanca y pelo largo le hiciese el tatuaje. Él estaba ahí para que se lo hiciese Bea, porque ella también podía tatuar, si quisiera. Pero había delegado la labor de marcarle la piel a un tal Pit. Un tipo con unas manos gigantes que había estado obrando sobre su nalga derecha, donde le había hecho un Mickey Mouse presidiario con un corazón en las manos.

Y para colmo, le habían tenido que dar un whisky porque el sonido de la aguja y el olor a pollo quemado lo estaban mareando.

Se sentía estafado. Estafado por Bea. Pero, de algún modo, también estaba tontamente orgulloso de su tatuaje y de habérselo hecho en el Sign.

Por la cabeza, ahora que el alcohol lo tenía más relajado de la cuenta, le venían imágenes de Bea con ese engendro del diablo, con Clau. Y no le sentaba bien.

Abel estaba tumbado boca abajo en la camilla, pero escuchó un ruido tras él. El tatuador ya no estaba, pensaba que estaba solo, hasta que escuchó un suave carraspeo.

Era evidente que era Bea. Levantó un poco la cabeza y la encontró apoyada en el marco de la puerta, con la vista fija en su trasero y una sonrisa satisfecha en los labios.

—Deberías cambiarte, Abel. Ya se han ido todos. ¿Sigues mareado?

Abel se medio sentó en la camilla y la miró lánguidamente, con los párpados semicaídos y las mejillas rosadas.

—¿Sigues saliendo con ese tío? —preguntó de sopetón.

—¿Qué tío?

—Ese… Clau. Te molestó en la discoteca y hoy te estaba molestando aquí.

—No. Solo nos hemos enrollado alguna vez. Pero eso ya se acabó, solo que él aún no lo asume.

—Sobre todo si le permites que se acerque así a ti y te toque sin tener nada.

Bea entendía ese comentario en un hombre como él, mucho más conservador.

—Soy de distancias cortas, padre Abel. Soy yo la que lleva siempre el control de las situaciones. Nunca me hacen nada que yo no quiera.

Abel rebufó y miró al techo.

—A ese tío le tocó la jodida lotería contigo. No se ha visto en una así en su vida.

Ella dejó ir una risita y se acercó a él lentamente.

—No hablemos de Clau. No es importante. —Se quedó mirando la cicatriz del balazo en el muslo y reconoció que él ayudó para que Ada sobreviviese. Se le puso la piel de gallina—. Este círculo es un tatuaje muy importante —reconoció—. Uno de héroe.

—No es nada.

—Sí lo es. ¿Te duele el tatuaje?

—Me escuece un poco.

—Enséñamelo. No lo he visto aún.

Abel levantó un poco el trasero, se puso de lado y se bajó el bóxer negro un poco para enseñarle el Mickey.

Bea arqueó las cejas y le dio su aprobación.

—Es precioso. —De hecho, tenía un culo y un cuerpo espectacular—. Y el tatuaje también.

A Abel se le escapó una sonrisa.

—Pensaba que me lo ibas a hacer tú. Vine aquí a eso.

Ella apoyó las manos a cada lado de las piernas de Abel, sobre la camilla, colocándose en frente de él.



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